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domingo, 13 de junio de 2010

Carta de una abuelita



Querida nieta:

El otro día tuve una experiencia religiosa muy buena, que quiero compartir contigo.

Fui a la librería cristiana y allí encontré una calcomanía para el auto que decía "TOCA LA BOCINA SI AMAS A JESUS"

Dado que había tenido un día muy malo, decidí comprarla y pegarla en el cristal de mi auto.

Al salir manejando, llegué a un cruce de dos avenidas que estaba muy complicado, con muchos autos. La temperatura exterior era de 37 grados y era la hora de salida de las oficinas.

Allí me quedé parada, porque la luz estaba roja, pensando en el Señor y como El es bueno.

No me di cuenta que la luz se había puesto verde, pero descubrí que muchos otros aman al Señor porque inmediatamente comenzaron a sonar las bocinas.

La persona que estaba detrás de mí auto era sin duda muy religiosa, ya que tocaba la bocina sin parar y le gritaba: DALE, POR EL AMOR DE DIOS. Dirigidos por él, todos hacían sonar la bocina. Yo les sonreí y los saludaba con la mano a través de la ventanilla.

Vi que otro muchacho me saludaba de una manera muy particular levantando sólo el dedo medio de la mano.

Le pregunté a otro de mis nietos, que estaba conmigo, qué quería decir ese saludo.

Me contestó que era un saludo Hawaiano de buena suerte.

Entonces yo saqué mi mano por la ventana y saludé a todos de la misma manera.

Mi nieto se doblaba de la risa, supongo que por la bella experiencia religiosa que estaba viviendo.

Dos hombres de un auto cercano, se bajaron y comenzaron a caminar hacia mi auto, creo que para rezar conmigo o para preguntarme a que templo voy.

Pero en ese momento fue que vi que la luz estaba verde. Entonces saludé a todos mis hermanos y hermanas y pasé la luz.

Luego de cruzar, noté que el único auto que había podido pasar era el mío, ya que la luz volvió a ponerse en rojo, y me sentí triste de dejarlos allí después de todo el amor que habíamos compartido.

Por lo tanto, paré el auto, me bajé, los saludé a todos con el saludo hawaiano por última vez y me fui.

Ruego a Dios por todos esos buenos hombres y mujeres.


Besos,
La abuelita

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